Clan "Inmortales"


miércoles, 26 de octubre de 2011

Capítulo 28-Renacer



Aquellas palabras me habían dejado atónito, ¿cómo podía ser posible que no recordara nada de su antigua vida humana?.
Me acerqué a Karisma con pasos cautelosos y ésta se limpió con rapidez las comisuras de sus labios y acto seguido pasó las manos por su largo vestido color azul oscuro.
-Eso también es normal.-Mentí sin dejar de fruncir el ceño.
-¿Entonces porqué puedo ver en tu mente que me estás mintiendo?.-Preguntó tímidamente.
No supe que contestar, pero sus palabras me recordaron entrar esta vez en la suya y curiosamente, no hallé ningún recuerdo.
Ningún pensamiento, su mente estaba completamente vacía, ni si quiera existía el amor que en su estado humano decía sentir por mí.
-Aprendes con rapidez.-Dije.
-Gracias.-Contestó torciendo su sonrisa.
-Será mejor que mi padre te conteste a tu pregunta, él fue tu creador y él es el que debe de ocuparse de ti.-Dije ocultando mis manos en los bolsillos del pantalón cuando me dispuse a salir por la puerta.
-Brandom, espera.-Dijo poniéndose en pié.-Gracias por recordarme que estoy enamorada de ti.
Mis pasos se detuvieron y cerré mis párpados con fuerza, había dejado mi mente abierta y aquello le había hecho recordar que me amaba, entonces, ¿sólo podían recordar si alguien les hacía ver cómo eran y lo que sentían anteriormente a esta vida?.
-No sabes lo que dices Karisma, ni si quiera me conoces.-Dije intentando arreglar aquel error.
Asintió lentamente con la cabeza y sus ojos rasgados me miraron de arriba abajo maravillada.
-No importa si te conozco o no, tenemos toda una eternidad para hacerlo.-Dijo cuando sus ojos se clavaron en mis labios.-Lo que si sé, es que te amo.-Susurró mirándome fijamente.
-No es posible, los vampiros, no amamos.-Mentí con el fin de que se decepcionase de mí.
-Eso no es cierto, estás enamorado de Liz, puedo verlo dentro de ti.-Dijo avanzando hacia mí.

Una de sus pálidas manos quiso acariciar mi rostro pero la detuve al vuelo.
Sus rasgados ojos tan negros como el abismo se entrecerraron cuando sintió mi incomodidad por aquél acercamiento,frunció el ceño y su mandíbula se endureció.
Acto seguido dio un paso hacia atrás y sus labios se estiraron mostrando una sonrisa.
-No me importa que así sea, conseguirás amarme algún día.-Dijo muy segura de sí misma.
Otro suspiro pesado salió de mi interior y salí de la sala con rapidez dejando a Karisma atrás, no me siguió,cosa que agradecí pues fui en busca de mi padre a toda velocidad.
Se encontraba en el exterior,tomando el aire fresco de la noche acompañado de Near,Estefi y su esposo.
Crucé el jardín dejando a un lado la fuente del sauce,al percatarse de mi presencia,éstos dejaron de susurrar y me recibieron con una amplia sonrisa.
-¿Ya despertó?.-Preguntó mi padre dándose la vuelta para encontrarse con mi rostro.
-Así es,será mejor que vaya y le respondas a unas cuantas preguntas.-Contesté.-Preguntas que yo soy incapaz de responder.-Añadí.
Mi padre frunció el ceño y acto seguido cruzó su azulada mirada con la de Estefi y su esposo.
Near,que no dejaba de mirarme,no borró en ningún momento aquella sonrisa que tanto me incomodaba.
-¿Y ahora padre, qué será lo siguiente que harás?.-Pregunté interrumpiendo aquél silencio.
Éste se giró para encontrarse conmigo llevándose la copa a los labios,su sonrisa se torció hacia un lado y acto seguido dio un último sorbo hasta vaciarla completamente.
-Dejadnos.-Ordenó a los demás.
Antes de que mi hermano mayor pudiera preguntarle si podía estar presente mi padre levantó un dedo sin apartar sus ojos de los míos.
-También tú Near.-Contestó.
Miré por encima del hombro de mi padre hasta encontrarme con la mirada fiera de mi hermano, sus manos se cerraron en un puño y las aletas de su nariz se hincharon volviendo aparecer su mal humor antes de desaparecer de nuestra vista.
-No sé que voy hacer con tu hermano mayor.-Dijo negando con la cabeza mientras avanzó hasta el banco de piedra para dejar descansar aquella copa de cristal.
-Lo que si sé es lo que voy hacer de ti querido hijo.-Añadió volviendo sus pasos hacia mí.
-¿Convertirme en el esposo de tu nueva mascota?.-Dije con cierto aire de sarcasmo.
Éste sonrió y una de sus pálidas y heladas manos la dejó descansar en mi hombro, mi rostro se giró volviendo a llamar mi atención aquél anillo que llevaba en su dedo anular.
Fruncí el ceño apartando la mirada de éste y acto seguido me encontré con la de mi padre, su mano se cerró alrededor de mi hombro e inhaló el aire antes de darme la espalda.
-Karisma no es ninguna mascota hijo, ella te adora y está dispuesta a demostrártelo.-Comenzó a decir.-No seas tan desagradecido y aprovecha esta oportunidad que te ofrezco.
Fruncí el ceño y escondí las manos en el interior de mis pantalones tomando una gran cantidad de aire antes de responder aquellas palabras que no tenían ningún sentido para mí.
-Padre intento entenderte pero no lo consigo.-Contesté.
Sus pálidas manos las escondió tras su espalda donde podía verlas, jugueteaba con su sello y aquella perla color sangre brillaba en la oscuridad de la noche.
-Quiero hacer de ti un hijo ejemplar, un vampiro que podrá sucederme en el caso de que algo me pasara.-Dijo volviendo a girarse.
-¿Y por ello tengo que tomar por compañera a la señorita Halley?.-Pregunté volviendo al tema que realmente me inquietaba.
-Sabes que no podrías sobrellevarlo todo, teniendo a una esposa a tu lado te resultará más fácil ocuparte de lo que durante siglos hemos estado ocultando.-Contestó.
Negué con la cabeza y acto seguido clavé mis ojos en los suyos.
-Tú lo has estado haciendo sin la ayuda de madre.-Dije.
Su pecho se hinchó y sus ojos se desviaron hacia la nada.
-Tienes razón, pero no es eso lo que intento decirte.-Dijo.-Todo vampiro necesitamos algo que nos motive a seguir luchando por nuestra existencia, a crecer.
Mi motivo era tu madre, y cuando ella desapareció ese motivo pasó a ser el de mis hijos, quiero crear un mundo en el que los humanos, pasen a ser sólo un recuerdo de vampiros.-Dijo con la mirada aún perdida.
-¿Por qué padre?.-Pregunté negando con la cabeza cuando la imagen de Liz apareció por mi mente.-¿Por qué les odias?, no todos los humanos son como tu crees.

Su intensa mirada se clavó en mis ojos exigiendo una disculpa por haber osado a decir tales palabras, pero no tenia ninguna intención de hacerlo ,pues era lo que pensaba.
El silencio reinó en aquella oscura noche, unas nubes comenzaron a cerrarse en el cielo ocultando completamente las estrellas, husmeé el aire y éste me aviso de que una tormenta estaba próxima.
Hice caso omiso y me centré más en aquél incómodo silencio esperando que mi padre se le ocurriese decir algo que mereciera la pena escuchar.
-¿Es por madre verdad?.-Rompí el silencio.
Sus hombros se encuadraron y se dirigió a la fuente del sauce llorón para bordearla volviendo a encontrarse con mi rostro que lo observaba con detenimiento.
-Brandom, ya deberias saber que no me gusta hablar de estas cosas, pero si quiero que entiendas el por qué me preocupa que te relaciones con humanos.-Dijo ocultando sus manos nuevamente tras su espalda.
-Mi querida Anette…-Comenzó a decir con la mirada perdida.-Una noche, tu madre salió sola de caza.
En Londres no se hablaba de otra cosa, unos asesinatos que para nada teníamos que ver con ellos, se trataba de un nuevo clan que se estaba extendiendo por todos los países del mundo, un nuevo clan de vampiros recién nacidos.-Dijo sentándose en uno de los bancos de piedra.
Pequeñas gotas de agua comenzaron a impactar contra el suelo, el golpeteo era constante y una brisa fresca comenzó a revolver mis cabellos ocultando mi rostro.
Guardé en mi mente palabra por palabra e intenté entender el por qué de tanto odio por los humanos, hasta ahora no tenía sentido, pero poco a poco iba tomando forma.
-Esa noche estuve especialmente cansado y no pude acompañarla, llevaba varios días sin beber por todo el asunto de los rumores y estuve gravemente enfermo.-Dijo llevando una de sus manos a la frente, cómo si volviera a vivir aquél estado de enfermedad.
-Después de tanto insistir, la dejé ir, y aquellos humanos cazadores con antorchas en las manos salieron al bosque en busca del monstruo.-Dijo ocultando esta vez su rostro.
-Jamás volví a verla, sólo deseo que allá donde se encuentre esté bien y pueda volver a verla, hasta entonces he mantenido y sigo fiel a su recuerdo.-Dijo descubriéndose el rostro sin mirarme.
Aquellos detalles jamás lo había escuchado en los labios de mi padre, hasta donde yo sabía, mi madre había desaparecido hacía años e intuía que tuvieron que ver los humanos con su desaparición.
No estaba del todo seguro de que se encontrase bien, si la habían dado caza, probablemente ya estaría muerta.
Un nudo en el pecho se me creó de tal manera que no había manera de deshacerlo, aquella historia era horrible, pero aún así, mis sentimientos por mi querida humana permanecían intactos.
Mi padre se levantó de su asiento y pasó una mano por mi nuca, descansó su frente sobre la mía mientras que sus ojos azulados brillaron de una manera especial.
-Hijo mío, eres mi orgullo, mi sangre, fruto del amor que tu madre y yo tuvimos,´sé que harás lo correcto.-Susurró.-Si no quieres hacerla tu esposa, aceptaré tu decisión, pero al menos permítela conocerte y deja que se gane tu cariño.
Tú mismo dijiste que no infectarías a Elizabeth para hacerla tuya, por otra parte no puedo permitir que la sigas viendo como humana, y de seguir siendo así, tendré que matarla yo mismo.-Dijo con tono amenazante.-Respeta el odio que siento por ellos, respeta la memoria de tu madre, y te prometo que a ella no le pasará nada.-Añadió cerrando sus brazos alrededor de mi espalda golpeándola con suavidad segundos después.
-Los vampiros no amamos a seres de otra raza, sólo a la nuestra, recuérdalo cada vez que sientas esa necesidad.-Dijo presionando mi hombro.
Palabra por palabra, ahora nada estaba difuso, el odio de mi padre era más que comprensible y yo deberia sentir lo mismo, pero me resultaba imposible.
Podía odiar a los humanos, ¿pero a ella?, era incapaz, ¿por qué no podía odiarla?.
La respuesta era más que clara, yo había venido a este mundo sólo para amarla, para protegerla, y eso no podía cambiarlo mi padre, no podía cambiarlo las normas, ni si quiera el recuerdo de mi olvidada madre.
Me sentí un monstruo por traicionar a mi raza, un monstruo ruin y despreciable y diferente a los demás, pero de igual manera me sentiría si optaba por estar en el bando de los míos, de mi propia sangre.
Por más que me pregunté a mi mismo que debía hacer no hallé ninguna respuesta, seguía necesitando tiempo para pensar que hacer, como actuar y que decisión tomar.
Negué con la cabeza e inhalé el aire frío de la noche, escondí todas mis dudas e inquietudes en una puerta del interior de mi mente y cerré con llave impidiendo que mi padre tuviera acceso a ellos.
Mi amor por Liz era demasiado grande, demasiado real y aquél amor sabía que me llevaría a la muerte y al desprecio por todos, por ambas partes, tanto vampiros como humanos, ese riesgo, lo conocía desde el principio.
-¿Te inquieta algo hijo?.-Preguntó buscando mis ojos.
Mis cabellos mojados ocultaron una buena parte de mi rostro y alcé mi mirada para encontrarme con la suya, apreté mis dientes intentando sacar el valor que tanto buscaba en mi interior y encontré aquella motivación que mi padre me había hablado momentos antes.
Negué con la cabeza mientras que una de mis manos se cerraron en un puño.
-Amo a Elizabeth padre, prefiero estar muerto si me impides que vuelva a verla.-Dije con la voz tan dura y fría como el hielo.
Sus labios se estiraron mostrando una sonrisa volviendo a presionar mi hombro con fuerza.
-Te he dicho demasiado esta noche, lo único que necesitas es recapacitar y pensar muy bien todo esto, no te preocupes más, vayamos a ver como está la señorita Halley.-Dijo como si no le importase en absoluto lo que le acababa de decir.
Sabía mi decisión, es más, esta vez se lo había dejado ver a través de mis pensamientos, pero al parecer no le dio la mínima importancia.
Sus pasos se dirigieron a la mansión mientras que me quedé ahí, inmóvil dejando que la lluvia calara todo mi cuerpo.
-¿Por qué no puede recordar nada?.-Pregunté cuando estuvo lo bastante lejos.
Sus pasos se detuvieron por un momento, seguía dándome la espalda y su rostro se giró hacia un lado sin mirarme.
-A todos les ocurre la primera vez.-Dijo.-Vayamos dentro, está lloviendo demasiado.-Añadió.
Le seguí a toda velocidad hasta llegar a su altura y juntos atravesamos la puerta principal de la mansión.
August, el mayordomo, se apresuró a quitarle la chaqueta para poco después dejarla en el perchero de madera.
-Espera aquí.-Me ordenó antes de atravesar la sala en la que se encontraba la señorita Halley.
-No padre, prefiero estar presente.-Dije.-Si no tienes ningún inconveniente por supuesto.-Le desafié.
Quería saber de sus labios todo aquello que desconocía, si iba a ser su sucesor, debería de estar al tanto de ciertos detalles.
Mi padre amplió su sonrisa al leer mis pensamientos e hizo un gesto con su mano para que me adelantase.
Incliné mi cabeza en respuesta a tal detalle por su parte e irrumpí en la sala donde se encontraba Karisma engullendo sangre de una enorme fuente plateada.

Al percatarse de nuestra presencia mostró sus dientes intentando proteger su banquete, hilos de sangre corrían velozmente por su barbilla y ésta se llevó un paño hasta ella para limpiarse rápidamente.
Mi padre alzó su mano para tranquilizarla y caminó hasta ella con pasos cautelosos mientras que yo me quedé inmóvil en el umbral de la puerta.
-Lo siento señor Akerman, no sé como controlar mi ansia, tengo muchísima sed.-Se disculpó limpiando con fuerza su barbilla.
-No te preocupes, pronto comenzarás a controlarlo.-Dijo relajando sus hombros.-Brandom,¿puedes decirle al servicio que traigan a la señorita Halley más sangre por favor?.-Preguntó volviendo su rostro.
Fruncí el ceño y acto seguido dí un suspiro frustrado en el aire.
-No empiece sin mí padre. Enseguida vuelvo.
Salí de aquella sala a toda velocidad siguiendo el olor de Dorothy, la hallé en la cocina, sentada con las manos cruzadas sobre la mesa.
-Dorothy, ¿podrías llevar más sangre a la sala de estar?.-Pregunté mirando hacia atrás cuando los demás miembros del servicio nos dejaron solos.
-Enseguida mi niño.-Contestó con la mirada perdida.
-¿Te encuentras bien?.-Pregunté preocupado.
El ama de llaves se levantó lentamente de su asiento y se dirigió hacia mi mostrando una sonrisa dulce, me acarició el rostro con su cálida mano y acto seguido me dio la espalda para dirigirse a preparar lo que la había ordenado.
Aquella sonrisa bien podría ser una respuesta a mi pregunta pero aún así me daba la sensación de que a Dorothy le ocurría algo más serio.
No quise volver a preguntar, pues mi prioridad ahora era volver cuanto antes a la sala para saber de primera mano aquello que desconocía sobre la conversión de un humano a vampiro.
Volé hasta aquella habitación y me encontré a Karisma sentada cómodamente en el sofá, a su lado se encontraba mi padre hablando con ella, cuando notaron mi presencia la voz de mi padre se detuvo.
Karisma se puso en pié y mostró una amplia sonrisa cuando me vio atravesar el umbral de la puerta, le respondí torciendo la mía hacia un lado y tomé asiento para que la señorita Halley hiciera exactamente lo mismo.
-¿Y bien?.-Comencé a decir y acto seguido me aclaré la garganta.-¿De que estabais hablando padre?.-Pregunté intentando averiguar su respuesta.
Éste sonrió y pasó una de las manos por sus cabellos rubios.
-De nada, estábamos esperando tu llegada,¿verdad señorita Halley?.
-Verdad.-Sonrió nerviosamente.
Mi padre sonrió, acto seguido cruzó sus piernas y entrelazó los dedos de sus manos, me dedicó una rápida mirada para después dedicar su atención a Karisma.
-Bien señorita Halley voy a explicarle y contestar a sus inquietudes.-Comenzó a decir.-Es muy común que al ser un vampiro recién nacido su cuerpo necesite beber para saciar su sed.
Ya no necesitará jamás alimentarse de comida humana, es más si lo intenta,su cuerpo no lo toleraría y podría morir,esto es debido a que ha cambiado su metabolismo y sus células no son las mismas que cuando era una simple humana.-Hizo una pausa para mirarme y acto seguido prosiguió con su brillante explicación.-La sangre tiene varias funciones para el vampiro,la más importante es la del transporte de oxigeno desde el cerebro al resto de nuestro cuerpo. Su cuerpo necesitará sangre humana o animal para poder mantenerse viva y fuerte, siempre recomiendo sangre humana ya que tiene mejores propiedades que la sangre animal.-Dijo con una sonrisa.
-La sangre animal igualmente proporciona fuerza y larga vida al vampiro, no en un mayor nivel en lo que a fuerza se refiere, pero se puede vivir.-Opiné.
Mi padre me fulminó con la mirada e hice un gesto para disculparme. Su voz comenzó a sonar de nuevo en aquella sala y dejé que prosiguiera con su entretenida explicación al nuevo monstruo.
-Probablemente en ocasiones se sentirá muy confusa respecto a los recuerdos, deberá tener presente que si ahora es inmortal es por que en su vida humana no encontró lo que verdaderamente estaba buscando.-Dijo incorporando su cuerpo del sofá.-Que no era dichosa en la antigua vida y que en ésta podrá tener la oportunidad de ser libre y feliz.
Dí un largo suspiro, esta vez de frustración.
Aquellas frías palabras de mi padre rebotaron en mi cabeza como las campanas que se escuchaban a lo lejos en la gran torre del reloj.
Se equivocaba, en esta vida inmortal jamás podría encontrar la felicidad, si aquella joven supiera lo que algunos vampiros darían por tener una vida tan simple y compleja como la de un humano…jamás optarían por tener esta.
Una vida inmortal con leyes crueles, jamás podría ser libre el cien por cien. Escuchando las palabras de mi padre eran como las de un vendedor desesperado, vendiendo un producto con una bonita portada y en su interior sólo se hallaba una gran mentira.
-Ahora recordará lo que en su vida humana me comentó una vez, que no era feliz, que su padre y hermana estaban enfermos y eso le producía desesperación e impotencia.-Dijo mi padre refrescando sus recuerdos humanos.
Karisma cruzó los dedos de sus manos y acto seguido agarró sus vestidos con fuerza cuando aquel recuerdo llenó por completo su mente.
Mi padre sonrió y su pecho se hinchó para tomar una gran cantidad de aire.
-Desesperación porque tenía que estar a su cargo y le impedía hacer muchas cosas en su vida. Impotencia por que más de una vez ha deseado con todas sus fuerzas que desaparecieran, incluso ha llegado a desear sus muertes.-Sonrió.
-¡Basta padre!.-Grité poniéndome en pié.-¡Basta!.
-Brandom, vuelve a sentarte o tendré que pedirte que salgas de aquí.-Dijo con la mirada fija en el rostro de Karisma.
Ésta estuvo sumergida en sus pensamientos con la mirada clavada en su regazo. Aquellos amargos recuerdos volvieron a perturbar su mente.
Caminé por la sala de un lado a otro pasando continuamente la mano por mis húmedos cabellos negros.
Lo que pretendía despertar mi padre en aquella joven era su ira, comprobar si podía ser una fiera asesina, una candidata perfecta para ser mi futura esposa.
La vida de la señorita Halley en su estado humano no parecía haber sido demasiado buena, pero por ello mi padre no debía inculcarle algo tan evidente, tan cruel.
-Debes matarlos Karisma, debes liberar el sufrimiento que te han causado.-Dijo con voz fría.
-¡Padre, esto no es necesario!.-Grité.-Karisma, te necesitaban, estoy seguro de que ellos te lo agradecieron cada segundo de sus vidas. Comencé a decir.-Probablemente perdiste parte de tu vida en cuidarlos pero el tiempo te compensará generosamente. No tienes por que matarlos, déjalos vivir el tiempo que les quede sin ti.
Karisma entró en un estado de shock y su cabeza parecía temblar al igual que sus hombros.
Parecía como si un torrente de recuerdos la azotaran violentamente,segundos después todo quedó reducido a un silencio incómodo.
-¡Brandom!.-Gritó mi padre enfurecido.-¡Sal inmediatamente de aquí!.
-Señor Akerman.-Susurró la joven volviendo a un estado más tranquilo después de un largo silencio.-No es necesario.-Dijo con la mirada en su regazo.
Alzó por un momento la cabeza, su cabello largo y de un negro abismo ocultaba parte de su rostro. Sus ojos se tornaron a un rojo sangre y miraron fijamente a los míos.
-Ahora lo recuerdo todo, todo lo relacionado con mi vida pasada, no es necesario que me recuerden más.-Dijo con un tono de voz diferente.-Debo cerrar puertas y comenzar mi nueva vida.
Fruncí el ceño en intenté entrar en su mente para saber a que se refería con cerrar puertas, mi padre dejó de tener esa fiera mirada para dedicar una amplia sonrisa a la señorita Halley.
-Brandom, lo que daré a mi familia es una muerte rápida para liberarles de su sufrimiento, tu padre tiene razón.
No tiene sentido dejarles vivir si ya no voy a poder ayudarles más.-Dijo poniéndose en pié cuando captó el olor a sangre.
-Definitivamente es un error.-Dije negando con la cabeza.
-Es la mejor decisión.-Añadió mi padre sin borrar su sonrisa.
Unos nudillos tocaron la puerta de madera con suavidad, el olor a sangre provenía desde el otro lado.
Giré el pomo con fuerza y me encontré con el rostro preocupado de Dorothy.
-Señor Akerman, les traigo la sangre.-Anunció.
-Pase Dorothy, deje la fuente sobre la mesa por favor.-Dijo mi padre.
Asintió con la cabeza y le dedicó una rápida mirada a Karisma.

La señorita Halley parecía bailar sus vestidos con las manos muy sonriente cuando cruzó la mirada con el ama de llaves, Dorothy agachó su mirada hacia su mandil y salió por la puerta.
-Señorita Halley, como podrá comprobar en estos momentos, su cuerpo está comenzando a alterarse con la sangre.-Dijo avanzando sus pasos hacia la mesa.-Es importante que tenga en cuenta que su mente tiene que tener más poder que su necesidad, este pensamiento la ayudará a la hora de salir fuera y no levantar sospechas.-Dijo cogiendo el cazo llenándolo de sangre hasta desbordarlo sobre la fuente.
-No es aconsejable salir y atacar a todo aquel que se cruce en nuestro camino por que corremos el riesgo de ser descubiertos.-Dijo sin dejar de mover aquel cazo.
Los ojos de Karisma se tornaron de oscuros a rojos, y viceversa.
-Si sospechas que has sido descubierta extermina a tu descubridor, si esto no puede ser posible huye de la ciudad, y bajo ningún concepto delatarás a la familia, ¿entendido?.
-Si señor Akerman.-Contestó llevando una de sus manos a la garganta.-Pero tengo una duda.-Dijo apartando sus ojos de aquella fuente para mirarme fijamente.
-¿Porqué permite que Brandom siga manteniendo con vida a Elizabeth?.-Preguntó volviendo a cruzar su mirada con la de mi padre.
Éste la desvió por un momento para encontrarse con la mía y dejó de juguetear con el cazo.
Sonrió y su pecho pareció volver a hincharse.
-Intento que algún día se dé cuenta por sí solo que es un tremendo error, pero prometí no hacerla nada si mantenía las distancias, ¿no es cierto hijo mío?.-Dijo torciendo su sonrisa.
Mis ojos se clavaron en los suyos y aguanté su penetrante e inquieta mirada, sabía que aquello volvía a ser una amenaza en toda regla.
-Elizabeth no es un error padre, es lo mejor que me ha podido pasar en esta vida inmortal, y de hecho si hubiera otra, la volvería a buscar.-Dije armándome de valor.
Los ojos de Karisma se abrieron del tal manera que captaron mi atención, en su mirada había un dolor profundo y las comisuras de sus labios cayeron hacia abajo.
Sus pasos avanzaron hasta situarse delante de mí, sus ojos buscaron los míos y cuando se encontraron bajaron lentamente hasta mi pecho.
Se quedaron ahí, observando en silencio.
Su mano voló hasta mi pecho y pude ver como una sonrisa amarga dibujaron sus pálidos labios.
-Envidio aquella mujer que tiene tu amor y protección, espero que algún día no tardes en darte cuenta que yo puedo amarte mucho más de lo que puedas llegar a imaginar.-Susurró.
Mi mano se cerró alrededor de su muñeca y ésta alzó su rostro para encontrarse con el mío.
-Lo siento Karisma no es nada personal, pero nadie está a su altura.-Dije fríamente.
Mantuve un duelo de miradas con mi padre y en su rostro se podía apreciar la decepción que le causaron mis palabras.
Mi mandíbula se endureció al igual que todo mi cuerpo, nada ni nadie podría hacerme cambiar de opinión.
Sabía lo que quería y lo que estaría dispuesto hacer si me ponían obstáculos en el camino, giré el pomo de la puerta violentamente y la cerré detrás de mí sin importarme en absoluto quien dejaba atrás.