Clan "Inmortales"


lunes, 7 de febrero de 2011

Capítulo 20-Adiós

La mañana siguiente entró por mi ventana un tanto sombría, estiré mi cuerpo con ganas y acto seguido me incorporé quedándome sentada en la cama, llevé mis dedos a la parte de mis sienes y froté con fuerza intentando aliviar un terrible dolor que estaba comenzando a aparecer.
Puse mis pies desnudos sobre el suelo y un largo suspiro salió de lo más profundo de mi interior.
El corazón me dolía horriblemente, me sentía responsable de la muerte de mi tío, ¿que hubiese ocurrido si no hubiera aparecido en su casa?,¿hubiera cambiado algo?.
Mi mente intentó dar con alguna respuesta que me sirviera, pero no había nada que hacer, no podía cambiar las cosas de nada serviría atormentarme con preguntas como ¿qué hubiera pasado si…?.
Pero no podía evitarlo, ahí era donde se encontraba el problema, Near acabó con mi tío por venganza, y seguramente yo seguiría en el punto de mira de los Akerman, probablemente a estas alturas el señor Akerman ya estuviese enterado de lo sucedido.
Pero, ¿y Brandom?, ¿estaría bien?, negué con la cabeza y una inquietud se apoderó de todo mi cuerpo, deseaba verle de nuevo y preguntarle si todo estaba bien, cosa que dudaba.
-¿Liz, estás despierta hija?.-Preguntó mi madre desde el otro lado de la puerta.
-Sí mamá.-Resondí dirigiéndome hacia la puerta.
-Buenos días, baja a desayunar cuando te alistes.-Dijo forzando una sonrisa.
Asentí con la cabeza y me dirigí de nuevo a la cama para sentarme sobre ella, mi madre entró en la habitación cerrando la puerta detrás de ella y se dirigió hacia a mí para sentarse a mi lado.
Me acarició el cabello y acto seguido puso su cálida mano sobre la mía, yo seguí con la mirada perdida hacia la nada, no podía creer que la mañana del lunes fuese tan distinta en todos los sentidos, no podía sentir felicidad ni tristeza, esa sensación me hacía sentir culpable de todo.
-Elizabeth, ahora tenemos que estar fuertes para tu padre.-Dijo con un hilo de voz.
Asentí con la cabeza y las comisuras de mis labios cayeron hacia abajo haciendo que mis labios temblasen, los ojos pronto se me nublaron con unas lagrimas que estuvieron a punto de estallar.
-Tienes que llorar, suelta todo lo que tengas en tu interior.-Dijo acariciando mi espalda con cariño.
En ese momento miles de lágrimas inundaron mi rostro, mi madre cerró sus brazos alrededor de mi cuerpo tembloroso por los sollozos y me acurrucó en su pecho donde me mecía intentando aliviar mi llanto.-Todo va estar bien Liz, pronto darán con el responsable de su muerte.-Dijo.
Mis sollozos se detuvieron y levanté el rostro limpiando aquellas lágrimas con la base de mi mano.
-¿Cómo murió mamá?.-Pregunté con un hilo de voz.
Pasó un dedo por mi mejilla e inhaló un poco de aire.
-Es mejor que no lo sepas cariño.-Advirtió.
-Por favor mamá, solo…-Me detuve.-Sólo quiero saber qué le hicieron.-Dije al fin.
-Pués..-Comenzó a decir frotándose las manos.-Por lo que nos dijeron, se lo encontraron en su casa boca abajo, bajo un charco de sangre y…-Se detuvo tomando un poco de más aire.
-¿Y?, sigue mamá.-Dije intentando recuperar la respiración.
-Es muy desagradable Liz, no tiene sentido que lo sepas hija.-Dijo caminando hacia la puerta.
La seguí tomándola suavemente por el brazo y haciendo que su cuerpo girase para encontrarse con mi rostro asustado.
-Por favor mamá, solo quiero saber que le hicieron.-Supliqué.
Me sentí preparada para escuchar lo peor, en realidad no quería saber como había muerto el tío Zack, lo único que pedí en mi interior era que no hubiese tenido una muerte larga y dolorosa.
-Estaba boca abajo y…bueno…tenía la cabeza separada de sus hombros..-Dijo cerrando sus parpados con fuerza.
Mi respiración se aceleró y me llevé una mano al estómago luchando contra las náuseas mientras caminaba hacia atrás intentando buscar el borde de la cama para sentarme.
-Siéntate siéntate.-Se apresuró a decir.-Sabía que no era una buena idea,¿estás bien?.-Preguntó con ansiedad al ver el color de mi rostro.
-No te preocupes mamá, ¿dónde esta Amelia?.-Pregunté con la cabeza en otra parte.
No podía creer que le hubieran echo todo eso, al parecer mi tío murió brutalmente en manos de el hermano del ser que más amaba en este mundo, Brandom.
No pude dejar de sentirme culpable, sabía quien fue su asesino ¿pero que podía hacer yo?, no podía dejar que Near saliese impune de este crimen, por otra parte Brandom también podría verse afectado por todo esto aunque no fue partícipe del asesinato,¿qué se supone que debía de hacer?.
-Tu hermana no ha ido a la escuela, ya está enterada de todo y esta tarde se celebrará el funeral.
Asentí con la cabeza y poco a poco mi respiración acelerada se fue normalizando.
-Está bien mamá, termino de arreglarme y bajo a desayunar.-Dije dirigiéndome al armario.
Escogí del interior de armario un vestido largo de color oscuro, aquellos vestidos oscuros me encantaban pero a mi madre no le agradaban demasiado, decía que aquél color estaba relacionado con la muerte y por complacerla no me lo ponía ni una sola vez.
Fué un regalo que me hizo Yuls el año pasado, cuando cumplí mis dieciséis años, que curioso, hoy se supone que tendríamos que estar de celebración por mi cumpleaños y en lugar de eso lo que se iba a celebrar era el funeral de mi tío Zack.
Lágrimas de dolor volvieron a inundar mi rostro y me apresuré a limpiarlas rápidamente, me vestí y acto seguido cepillé mis cabellos sin ganas.
-Buenos días.-Dije una vez me encontré en el salón.
Mi padre alzó la vista de su periódico y me dedicó una sonrisa amarga,
-Feliz cumpleaños hija.-Me felicitó.
Se levantó de su sofá y se dirigió hacia a mí estrechándome entre sus brazos.
-Gracias papá, ¿cómo estás?.-Pregunté alzando mi barbilla para poder ver sus ojos castaños.
Se encogió de hombros e hizo que mi rostro se enterrara en su pecho, como si estuviera intentando evitar que mis ojos se encontrasen con los suyos.
-Bien cariño, no he pasado muy buena noche pero estoy bien.-Mintió.
Traía dolor agarrado en el alma, y eso se podía percibir aún sin verle el rostro.
-Sentaos, el desayuno está listo.-Anunció mi madre dejando sobre la mesa una bandeja plateada con tres tazas de leche caliente.-Elizabeth, con todo lo que a pasado se me olvidó felicitarte cariño.-Dijo mi madre.
-No importa mamá, sólo es un cumpleaños.-Respondí dándole un cariñoso abrazo.
-No es sólo un cumpleaños, es algo maravilloso que ocurre una vez al año.-Se apresuró a decir mi padre.
Otra vez el recuerdo de Brandom paseaba por mi mente, me aterrorizaba cumplir años, envejecer y que a él el paso del tiempo no le dejara huella.
Podía ver mi futuro a su lado, una anciana con innumerables arrugas sentada en una mecedora en el porche de una casita, y Brandom acariciando suavemente mi rostro envejecido.
Negué con la cabeza e intenté poner una expresión que no fuera de horror, no podía imaginar un futuro al lado de mi salvador, Brandom era un alma inmortal y yo sólo era una simple humana, la muerte nos podría separar en cualquier momento.
A no ser que…
-¿Liz?.-Me interrumpió mi madre.
-¿Sí mamá?.-Contesté confusa.
-¿Podrías ir a recoger a tu hermana a casa de Jessica?.-Preguntó una vez que nos sentamos los tres a desayunar.
-Claro mamá.-Contesté.
Di un sorbo a mi taza dejándola completamente vacía, acto seguido cogí el paño que tenia sobre mis rodillas y me limpié las comisuras de mis labios.
-¿No quieres probar las pastas cariño?.-Preguntó mi madre.
-Después mamá, voy a recoger a Amy.-Contesté.
-Elizabeth, ten mucho cuidado por favor.-Suplicó mi padre.
-Sí papá.-Contesté.
Me acerqué a él para darle un beso en la frente y después a mi madre, alisé mi vestido con las manos y crucé por la puerta para salir al exterior.
Eché una rápida mirada al cielo y estaba completamente gris, parecía como si en cualquier momento la tormenta fuera a estallar con rabia sobre mí.
El aire era fresco pero no frío como la piel de Brandom, cerré la verja y seguí el camino de tierra que llevaba al centro de la ciudad.
-¡Liz!.-Gritó una voz a lo lejos.
Alcé mi mirada y pude ver como Karisma venía de frente con pasos acelerados.
Agarraba sus vestidos de color caramelo con sus manos y su respiración era muy agitada.
-Lo siento, ¿estás bien?.-Preguntó dándome un cálido abrazo.
-No tan bien como quisiera.-Contesté con la voz apagada.
-¿Estás herida o…?.-Preguntó mirándome de arriba abajo.
Fruncí el ceño mirándola confundida.
-Si, estoy bien.-Contesté.-Esta tarde es el funeral de mi tío.-Dije.
-Si, ya me he enterado, en la ciudad no se habla de otra cosa.-Dijo frotándome un brazo con cariño.-No voy a poder estar ahí, tengo que cuidar de mi hermana y de mi padre, pero antes quise pasar a verte y dar mis condolencias a tu familia.-Dijo volviéndome a dar otro abrazo.
-Gracias Karisma.-Le agradecí.
-¿Vas a la escuela?.-Preguntó apartando de mi rostro un mechón.
-No, voy a recoger a mi hermana de casa de una amiga, ¿te importaría acompañarme?.-Pregunté frotándome los brazos.
-Claro que no me importa.-Contestó con media sonrisa.
Realmente necesitaba que alguien estuviese a mi lado apoyándome en aquellos momentos tan duros, tampoco me apetecía estar sola por si Near, Estefi o Atila se presentaran para hacerme una visita.
La compañía de Karisma me reconfortaba y me hacía sentir segura, sentí varias veces la tentación de contarle toda la verdad, de que estaba empezando una relación peligrosa con un vampiro y de que mi tío fue victima de su familia.
Pero no quería angustiarla con mis problemas y que ella se viera envuelta con todo lo que estaba sucediendo, apreciaba mucho su amistad y quería conservarla a salvo.
-Liz, en serio lamento mucho lo de tu tío, ese asesino que está acobardando a toda la ciudad lo va a pagar muy caro.-Dijo.-Bueno no hablemos más de esto, no te hace ningún bien de que te lo estén recordando a cada momento, mejor dime, ¿cómo te va con tu salvador, volviste a verlo?.-Preguntó entusiasmada.
La miré de reojo y una sonrisa dibujaron mis labios al recordar su piel fresca y sus labios sobre los míos. Me ruboricé y una sonrisa iluminó el rostro de mi amiga.
-¡Ah ah!, ¿qué ha pasado entre vosotros?, y no me digas nada por que lo veo en tus ojos.-Dijo.
-Bueno, anoche…-Comencé a decir.
-Espera, espera.-Me interrumpió.-¿Anoche?.-Preguntó con el ceño fruncido.
-Si, nos…besámos.-Contesté tímidamente.
-Vaya, te felicito Liz, me alegro de que por fin estéis juntos. Te iba a decir que es motivo para que lo celebrásemos pero según cómo están las cosas mejor lo dejamos para otro momento.-Dijo retirando parte de mis cabellos hacia la espalda.
Asentí con la cabeza y le dediqué media sonrisa, la presencia de Karisma me hizo sentir mejor en todos los sentidos, me entendía y sabía escuchar, eso era lo que realmente apreciaba de su persona.
-Es aquí.-Anuncié cuando llegamos a la casa de Jessica.
Toqué con mis nudillos la puerta y me recibió la pequeña Jessica con media sonrisa.
-Hola Jessica, vengo a recoger a Amelia.-Dije.
La niña borró aquella media sonrisa de su rostro y en él había cierta preocupación.
-¿Puedes decirla que estoy aquí?, ¿dónde están tus padres?.-Pregunté.
-Mis padres tuvieron que salir un momento.-Contestó la pequeña.
-Avisa a Amy por favor, tengo que llevarla a casa.-Dije.
-No está.-Contestó.
-¿Cómo que no está?, si ha pasado la noche aquí contigo.-Dije frunciendo el ceño.-¿Se fue con tus padres?.-Pregunté.
La niña negó con la cabeza y pareció como si quisiera cerrarme la puerta en algún momento.
-Hace un momento vino un señor a recogerla, dijo que era amigo de la familia pero Amelia dijo que no lo conocía de nada.-Dijo casi susurrando.
Miré por un segundo a Karisma y ésta enarcó las cejas confundida.
-¡¿Qué estás diciendo Jessica?!.-Grité sacudiendo violentamente sus pequeños brazos.-¿Cómo era ese señor?.-Pregunté angustiada.
La niña pareció intentar liberarse de mis brazos y actué tal y como quería, la dejé libre y frunció el ceño intentando recordar el rostro de aquél hombre.
Era alto, tenia los ojos rojos y el pelo también, me dio mucho miedo.-Dijo asustada.
-Near…no…-Dije en un susurro y con la respiración acelerada.
-Jessica cierra la puerta y no dejes entrar a nadie a no ser que sean tus padres.-La ordené.-Karisma tenemos que dividirnos, por favor ayúdame a encontrar a mi hermana por favor.-Supliqué repetidas veces.
-Tranquila Liz, la encontraremos, ¿pero no sería mejor avisar a las autoridades?.-Preguntó intentando calmar mi estado de nervios.
-¡No!, por favor si ves a alguien con esas características intenta pedir ayuda en los alrededores, que la gente pueda escucharte.-Dije.
-Está bien, pero cálmate la encontraremos.-Dijo antes de desaparecer.
Me llevé la mano temblorosa hasta la frente intentando pensar en cómo iba a llegar hasta la mansión donde unos temibles vampiros tenían cautiva a mi hermana pequeña, no podía pensar en otra cosa así que me dirigí hasta la mansión tan rápido como daban mis piernas.
En el camino de tierra que llevaba justo a la mansión de Brandom tuve que detenerme para normalizar mi respiración, parecía como si en algún momento fuera a desvanecerme en el suelo por la angustia, pero volvía a recuperar esa fuerza cuando pensaba en Amelia.
Como fuera tenía que sacarla de allí, incluso renunciaría a mi amor por Brandom si era eso lo que pretendían, pero no quería poner en riesgo la vida de las personas que amaba, entre ellas mi salvador.
La tormenta estalló con fuerza en toda la ciudad, en unos segundos estaba calada hasta los huesos. El vestido pesaba sobre mi cuerpo, cada vez me costaba mucho más caminar pero tenía que llegar hasta la mansión para llegar a un acuerdo con ellos con tal de que dejaran libre a mi hermana.
En medio del diluvio pude divisar dos siluetas, pero la cortina de agua que tenia ante mí hizo que aquellas siluetas estuvieran distorsionadas. Una de ellas era alta y la otra figura le llegaba casi por la cintura.
¡-Near!.-Grité en mitad de la tormenta mientras avanzaban hacia a mi.
Un trueno retumbó en toda la ciudad haciendo que aquel nombre sonara más temible.
-¡SUÉLTALA!-Le grité.-¡No la quieres a ella, sé lo que quieres y estoy dispuesta a complacerte!.-Grite a la misma vez que lágrimas inundaron mi rostro.
-¡RENUNCIO MI AMOR POR BRANDOM!.-Grité con rabia y dolor a la vez que mi voz se quebraba.
Las figuras que tenía ante mí se detuvieron por un momento, como si estuviera pensando en mi proposición.
-¡Suéltala, por favor por favor!.-Grité hincando mis rodillas en el suelo.
Las siluetas siguieron avanzando en mi dirección hasta que se volvieron más claras, se pararon a pocos metros de mí y alcé la vista para poder encontrarme con el rostro de mi hermana.
Su cálida mano estaba fuertemente agarrada con otra tan blanca como el mármol, mis ojos se encontraron con la mirada perdida de Brandom, le dedicó una rápida mirada a mi hermana y soltó con suavidad su mano.
-Ella está bien.-Dijo con un hilo de voz.
Mis sollozos se podían escuchar a lo lejos, acababa de renunciar a Brandom y él estuvo presente, aquello me desgarró el alma.
Mi hermana se quedó en mitad de los dos mirando fijamente a Brandom, éste tenía su cabello oscuro ocultando parte de su rostro y sus manos escondidas en el interior de sus bolsillos.
Amelia corrió en su dirección y Brandom se puso en cuclillas para recibir un abrazo de mi hermana.
-Gracias.-Susurró.
Sus ojos bañados en miel me miraron fijamente mientras que estrechaba a mi hermana entre sus brazos. Apartó sus ojos de los míos para dedicar una sonrisa a Amelia agarrando suavemente su barbilla.
-De nada pequeña, no vuelvas a fiarte de desconocidos, ¿de acuerdo?.Le advirtió.
Amelia asintió con media sonrisa y le dio un último abrazo, me puse en pié mientras que Brandom me siguió con la mirada.
Mi respiración se fue normalizando y limpié mi rostro con la manga de mi vestido.
-Gracias por cuidarla Brandom.-Le agradecí.
Suponía que Near fue a por Amelia y Brandom impidió que le hiciera daño, mi deuda para con él, era demasiado grande.
-No tienes que agradecerlo Liz, prometí que os protegería. Tengo que irme.-Se despidió dándome la espalda.
Sus hombros eran pesados, como si le hubiera caído una carga encima y no pudiera avanzar con ella, esa carga era mi renuncia a él, nada me dolía más que dejarle así pero era algo que tenía que ocurrir tarde o temprano.
-Vamos Amelia.-Dije agarrando fuertemente su mano.
Eché una última mirada hacia atrás pero Brandom ya no se encontraba cerca, mordí mi labio inferior con rabia, podía sentir su dolor así como el mío y aquel sentimiento me estaba torturando.
-Estoy bien Liz, que suerte que vino tu amigo a ayudarme.-Dijo mi hermana.
-¿Quién fue a casa de Jessica a recogerte Amy?.-Pregunté echando una mirada al oscuro cielo.
Poco a poco dejó de llover y unos débiles rayos de sol iluminaron gotas de agua posadas sobre las hojas de los árboles como si fueran pequeños diamantes.
-No lo sé, pero me dio mucho miedo.-Comenzó a decir.-Dijo que tu le habías pedido que fuera a recogerme.
-¿Y tú te lo creíste?.-Pregunté.
-No.-Dijo negando con la cabeza.-Pero me hizo dudar, por que sabía tu nombre y donde vivimos.
Se creó un nudo en mi garganta y que costó trabajo digerir las palabras de mi hermana, Near sabía dónde vivíamos, sabía de la existencia de mi familia y aquello era algo que me inquietaba.
-¿Te hizo daño?.-Pregunté a mi hermana mirándola de arriba abajo.
-No, pero quería llevarme al bosque para que conociera a alguien y en ese momento apareció tu amigo, Brandom.-Dijo.
-¿Conocer a quién?.-Pregunté con el ceño fruncido.
-No lo sé, pero tu amigo se enfado mucho cuando le vio, el pelirrojo me apretaba muy fuerte la mano y no hacia más que sonreír con esa mirada tan…-Dijo a la vez que un escalofrío recorrió su cuerpo.
Solté su mano y la arrimé a mi cuerpo pasando un brazo a su alrededor para protegerla del frío.
-Vale ya está, ya está, nunca más volverás a verle, y prométeme una cosa Amelia.-Dije tomando un poco de aire.-Bajo ningún concepto les cuentes a papá y mamá lo que ocurrió hoy, bastante tristes están ya con…-Me detuve.-Con lo de el tío Zack.
La mirada perdida de mi hermana hizo que mi corazón se encogiera de nuevo por el dolor, sus pequeños brazos rodearon mi cintura con fuerza y apoyó la cabeza en mi pecho como si quisiera buscar consuelo.
-Liz.-Dijo muy bajito.
-¿Sí?.
-¿Crees que atraparán al monstruo que quitó la vida al hermano de papá?.-Preguntó tan bajito que me costó escucharla.
-No lo se Amy.-Contesté.
En realidad no sabía que contestar, si yo hablara y confesara quien fué el culpable la vida de mi familia se vería envuelta en serios problemas, de eso no me cabía la menor duda, ni con la mayor protección estaríamos a salvo.
No podía condenar a mi familia a una muerte segura, les quería demasiado y me había propuesto renunciar al ser que también amaba por su seguridad, aunque en el fondo hubiera deseado no hacerlo de la manera en que lo hice.
-¡Liz!.-Gritó una voz.-La encontraste, ¿dónde estabas Amelia?, nos tenias muy preocupadas.-Dijo Karisma acercándose hacia nosotras con pasos acelerados.
El camino se hizo más largo de lo habitual, nos encontramos con Karisma justamente a la mitad que llevaba a nuestra casa y me alarmé.
-Está bien, Karisma, ¿has ido a mi casa a informar a mis padres?.-Pregunté angustiada.
-No tranquila, estuve buscando por los alrededores y preguntando a todos los chicos pelirrojos.-Dijo esbozando una sonrisa de alivio al ver el rostro de Amelia.
-El amigo de mi hermana quería traerme de vuelta.-Dijo Amelia.
-¿Qué amigo es ese?.-Preguntó intentando recobrar el aliento.
-Brandom estaba con ella.-Suspiré.
Karsima volvió a sonreír.
-¿Así que Brandom fue el que recogió a tu hermana?.-Preguntó extrañada.
-No.-Contesté volviendo a suspirar.-Karisma, ¿te importaría llevar a mi hermana a casa?, e de hacer algo urgentemente.
-Claro, ven conmigo Amelia.-Dijo extendiendo su mano.
-Gracias.-Contesté.
Tomé un poco de aire llenando por completo mis pulmones, me armé de valor y corrí camino abajo para dirigirme a la mansión, no podía dejar que las cosas acabasen así, quería hablar con Brandom por última vez.
Atravesé el bosque a toda prisa, la brisa traía consigo el aroma de la naturaleza y los débiles rayos del sol se dejaban ver a través de los árboles realmente mostraba un aspecto bellísimo.
Un crujido de ramas me hizo detener al momento, mi mente comenzó a proyectar unas imágenes escalofriantes, unas imágenes sobre Estefi en mitad del bosque con los labios ensangrentados.
Otro chasquido estremecedor hizo que mis pasos se volvieran cautelosos en aquella dirección, no sabía como pero la curiosidad pudo conmigo, avancé hasta llegar a un árbol de tronco grueso y me oculté para atisbar con sigilo.
Apoyé las manos sobre el áspero tronco y poco a poco incliné mi rostro para poder ver, a tan sólo unos metros había alguien agachado rompiendo algo con sus manos, al juzgar por el sonido supuse que serían ramas, pero dudé cuando su sonido provenía desde su mandíbula, mordía y succionaba con desesperación.
Su pelo estaba mojado y ondulado, era oscuro y le llegaba por lo hombros, un trueno se escuchó a lo lejos y una ligera brisa revolvió mis cabellos hacia delante dejando mi nuca desnuda, en ese momento aquella persona se detuvo para husmear el aire.
Estaba de rodillas y soltó aquello que tenía en las manos, su pecho pareció erguirse para poder oler el aire, fruncí el ceño extrañada por su reacción y aparté los cabellos que se me quedaban pegados en el rostro con el objetivo de poder ver mejor.
El aire volvió a soplar detrás de mí con fuerza arrastrando con él las hojas que estaban en la tierra, cogí mis cabellos y me los puse hacia un lado a la vez que aquella persona se ponía en pié sin dejar de husmear el aire.
Poco a poco comenzó a dar la vuelta y me protegí detrás de aquél tronco con rapidez, mi respiración se aceleró, notaba como el pulso latía violentamente en mis sienes y no sabía como reaccionar.
Me quedé allí, inmóvil esperando no ser vista y que volviera con lo que estuviese haciendo.
No escuché pasos detrás de mi, aquello era buena señal no se había percatado de que allí había alguien más, me puse frente al árbol con las manos apoyadas en el tronco y la curiosidad de mirar una vez más pudo conmigo.
Al levantar la vista me encontré con unos ojos vacíos, oscuros como su pelo, su piel blanquecina tenia manchas de sangre al igual que sus labios hermosos, se limpió apresuradamente y acto seguido pasó las manos por su pantalón oscuro.
Mi reacción fue esconderme de nuevo, pero ya nos habíamos visto el uno al otro.
-No te asustes por favor.-Pidió.
Su dulce voz hizo que saliese de mi escondite muerta de miedo.-Lo siento, no te asustes Liz.-Dijo alzando sus manos en el aire .
De repente sus ojos volvieron a su color habitual.
-No tengo miedo de ti Brandom.-Dije con un hilo de voz.
Mientras me acercaba a él pude ver a su espalda un ciervo destrozado, podía ver sus costillas desde donde me encontraba, aquello hizo que mi estómago se revolviera.
-¿No tienes miedo de mí?.-Preguntó con un tono de voz distinto del que estaba acostumbrada a escuchar.
-No.-Contesté sin mirarle.-Brandom, ¿qué ocurrió con Near, para qué quería a mi hermana?.-Pregunté mirándole esta vez.
-Para asustarte, te dije que no permitiría que te hicieran daño, ni a ti, ni a tu familia, jamás lo permitiré.-Contestó muy seguro de sí mismo.
-Te lo agradezco, pero tengo miedo, miedo por ti y por las personas que quiero.-Dije intentando dar un paso pero mi salvador retrocedió con la mirada perdida en el suelo mojado.
-No me cabe la menor duda Elizabeth, yo e luchado conmigo mismo muchas veces, cuestionándome si merecía la pena pasar mi eternidad contigo y correr ese riesgo.
-Comenzó a decir sin levantar la vista del suelo.-Creo que tomaste la decisión acertada, vivimos en mundos diferentes, el mío es demasiado peligroso para ti y por el amor que te tengo no puedo…-se detuvo cerrando fuertemente sus ojos.-…ponerte en peligro más veces.-Continuó.
Mi corazón se iba haciendo pedazos, me sentía culpable de haberle destrozado, de todo lo que había arriesgado por mí pero yo no me sentía mucho mejor, lo amaba con toda mi alma y ese amor permanecería dentro de mí para toda la vida.
Sus ojos se abrieron y sus hombros parecieron moverse haciendo que su cuerpo temblase, se llevó una mano al rostro y sus dedos pulgar e índice acariciaron su mejilla rescatando una lágrima solitaria.
-¿Qué es?.-Preguntó frunciendo el ceño.
-Son lágrimas, ¿nunca las has sentido?.-Pregunté acercándome a él.
Negó con la cabeza mientras que frotaba sus dedos sin dejar de mirarlos.
-Nunca pensé que el amor doliera tanto.-Dijo encontrándose con mis ojos llorosos.
Sus palabras llegaron a mi corazón como un jarro de agua helada.-Pero me gusta ese dolor porque tiene tu nombre Elizabeth.-Dijo torciendo su sonrisa.
Pasó su pulgar por mi mejilla y las comisuras de mis labios cayeron hacia abajo, lágrimas inundaron mi rostro y Brandom me rodeó con sus brazos acunándome a su pecho, besó mi frente y pasé mis brazos alrededor de su cintura apretándolo con fuerza.
-No sé si estamos tomando la decisión acertada.-Dije entre sollozos.-Yo te amo.-Repetí una y otra vez.
-Es la mejor decisión Liz, iba a proponerte lo mismo cuando Near se llevó a tu hermana, no puedo consentir que eso vuelva a ocurrir, no podría soportar tu dolor por mi culpa.-Dijo meciéndome entre sus brazos.-Yo también te amo, y te voy amar por toda la eternidad.-Añadió abrazándome con fuerza.
-No me olvides.-Le supliqué.
-¿Olvidarte?.-Preguntó extrañado.-Eso es imposible.-Contestó besando mi frente.