Clan "Inmortales"


miércoles, 3 de noviembre de 2010

Capítulo 19-La promesa

-¿Prefieres que espere fuera?.-Dijo apoyando su espalda en la fachada de la casa.-No me gustaría entrar sin invitación.-Añadió torciendo su sonrisa.
-Será mejor que esperes, no quiero que mi padre se entere de que llegué acompañada, me tirotearía a preguntas.-Contesté dando un suspiro frustrado.
-¿Estás bien Liz?.-Preguntó mi salvador con el rostro lleno de preocupación.
Asentí con la cabeza e intenté sonreír, me preocupaba encontrarme cara a cara con mi tío y que éste notase que algo no iba bien.-No te preocupes.-Dijo intentando calmar mi estado de ánimo.
Una anilla redondeada se encontraba en la puerta, cerré mis dedos alrededor de ella y di dos golpes suaves que hicieron que el sonido se escuchase en el interior de la casa.
Brandom se deslizó suavemente por la fachada que estaba recubierta de piedra intentando perderse de vista de la puerta principal, mis ojos siguieron los suyos, me miraba sin borrar aquella hermosa sonrisa tranquilizadora, pero tuve que apartarla cuando sentí que la puerta se abrió frente a mí.
Pestañeé con rapidez y los músculos de mi cara impidieron que mostrase una sonrisa a lo que conseguí hacer con mucho esfuerzo, el pelo blanquecino de mi tío y su simpática sonrisa lograron que me centrase únicamente en él.
-¡Liz, que inesperada visita sobrina!.-Dijo borrando aquella sonrisa para fruncir el ceño mientras que sus ojos siguieron mi vestido ensangrentado.-Dios mío, ¿pero que te ha ocurrido?.-Preguntó con ansiedad mientras que me invitó a entrar.
Eché una rápida mirada hacia el lado izquierdo donde se encontraba Brandom, asintió con la cabeza para después mirar hacia otro lado.
Aquél gesto me pareció como si mi salvador estuviera a favor de contarle el incidente del tren pero con algunos detalles pasados por alto, entre otras cosas que fui atacada por vampiros y que uno de ellos fue el que me trajo hasta su casa.
-Es…-comencé a decir.-Es una larga historia tío Zack.-Dije torciendo mi sonrisa.
Mi tío me invitó a pasar mientras que su ceño aún seguía fruncido, atravesamos la sala para llegar a un acogedor salón con las paredes pintadas de un color verde olivo.
La luz del exterior entraba debilitada por dos amplios ventanales que se encontraban en la estancia, mi voz temblorosa comenzó a salir de lo más profundo de mi garganta para poder contarle mi aparatoso accidente, cuidé mis palabras e intenté sonar lo más creíble posible, de un tema nos fue llevando a otro hasta que por fin le conté a lo que había venido a su casa.
-Muchas gracias por venir hasta aquí solo para avisarme de dicho encargo Liz.-Agradeció.-Llegaré un poco más tarde a Londres, antes he de hacer algunas cosas pendientes, pero, ¿podrías decirles a tus padres que me pasaré por su casa?.-Preguntó.-Quiero que vea personalmente el pedido que me encargaron esa família de ricachones, los Akerman.
Asentí con la cabeza e intenté mostrar una sonrisa, me costaba escuchar sus palabras ya que mi mente estaba fuera de la casa preguntándome si Brandom seguiría fuera esperándome.
Llevaba unos diez minutos en aquella casa y parecía como si permaneciera allí más de una hora, tenía tantas preguntas que hacerle que estaba comenzando a sentirme incómoda. –Déjame que te sirva una taza de té.-Dijo amablemente.
Me incorporé de aquel cómodo sofá de color tierra y acto seguido pasé las manos por mi vestido.
-Oh tío Zack lamento no poder quedarme más tiempo, pero quisiera volver antes de que oscurezca.-Me disculpé.
-Bueno podrías quedarte y luego regresamos los dos juntos a casa.-Sugirió.
-Prefiero volver ahora, tengo que hacer unas tareas de la escuela.-Contesté forzando una sonrisa.
Quería salir cuanto antes para poder reencontrarme con mi salvador, mi corazón fue contando los minutos en los que no estaba cerca de su fresca piel, los diez minutos más largos de toda mi vida.
-Como prefieras sobrina.-Dijo ampliando su sonrisa y borrando aquél gesto de preocupacion.-¿Te acompaño a la estación?.-Preguntó mientras me acompañaba hasta la puerta principal.
-De verdad tío,muchas gracias no quiero quitarme más tu tiempo.-Dije intentando escapar tomando el pomo de la puerta.
-Está bien,está bien,ya nos veremos más tarde.-Dijo volviendo a sonreír.-Y porfavor Liz, ve con cuidado.-Me advirtió.
-Descuida.-Me despedí con una sonisa en mis labios.
Mi corazón latió violentamente cuando mi tío y yo cruzamos la puerta para salir al exterior,rezé en mi interior para que no viera a mi salvador esperándome, y cuando mis ojos se volvieron hacia la fachada ya no se encontraba allí.
Me giré de nuevo para encontrarme con el rostro arrugado de mi tío que me observaba con detenimiento, le devolví mi sonrisa y me puse en camino hacia la estación de Cambidge.
LLevaba unos cinco minutos caminando por unas estrechisimas calles en las que me costaba dar un paso ya que el suelo de piedra me resultaba bastante incómodo,me apenaba saber que Brandom ya no estaba a mi lado y que probablemente no lo volvería a ver despues de todo lo ocurrido,no me cabia la menor duda de que se habia metido en problemas muy serios con su familia,nada más y nada menos que "vampiros".
-Dios mío,vampíros.-Me dije a mí misma.
Me costaba creer en todo lo que Brandom me había contado, pero era imposible negar lo evidente, lo que mis propios ojos vieron en aquél aterrador vagón.
De pronto unas dulces palabras rebotaron en lo más profundo de mi corazón, "te quiero Liz", aquellas palabras me llegaron con tal fuerza que no pensaba en nada más, no podía pensar en el riesgo que podria correr a su lado ni siquiera podía sentir miedo, todo aquello formaba parte de Brandom, y todo lo relaccionado con él lo amaba con toda mi ser.
-¡Oiga señorita apártese del camino!.-Gritó una voz.
El sonido de aquella voz consiguió que reaccionase a tiempo,pués me encontraba cruzando una calle transitoria donde los carruajes iban de un lado para otro a toda velocidad,mi mano voló hasta mi corazón e intenté calmar los latidos violentos por el tremendo susto, aunque no estaba segura si latía de esa manera por mi salvador o por estar de nuevo al borde de la muerte.
Mientras esperaba al otro lado de la calle para poder cruzar, pensaba en lo que mi conciencia me decía y mi corazón sentía, al igual que el amor de Brandom y la muerte van de la mano,negué con la cabeza e intenté borrar aquel pensamiento, él no era la muerte, de alguna manera se había convertido en el ser más importante de mi vida.
Aparté la vista de mis zapatos gastados y cruzé la calle esta vez con más cuidado,ya podía divisar a lo lejos la estacion de ferrocarríl sus murallas eran de piedra parecidas a la fortaleza de un castillo, en el centro un enorme reloj que parecia estar incrustado en aquella sólida pared.
La gente se agolpaba en las ventanillas para comprar sus billetes, eran incapaces de formar una fila y esperar su turno, aquella imagen me puso de los nervios puesto que me agobiaba esperar largas colas humanas y aún peor, si esa multitud estuviera dispersa por todas partes era como si me faltase la respiración y de un momento a otro fuera a desmayarme.
Intenté respirar lo más calmada posible hasta que llegó mi turno, el ferrocarril venia con retraso lo cual fué más desesperante, me senté en uno de los bancos de forja cerca del andén, me había aprendido de memoria el billete que sostenía en mi mano, no tenía mucho que leer solo el lugar de origen destino y la fecha de salida lo cual ya se había retrasado unos diez minutos.
Suponía que era por el accidente que huvo con el ferrocarril que venía de Londres, me preguntaba si ya estaban al tanto de lo sucedido y si sabrían exactamnete lo que había ocurido, sabrían que había sido atacado por una despiadada banda de asesinos,nunca sabrían que son exactamente.
Un estremecimiento recorrió todo mi cuerpo, me abrazé a mi misma al recordar lo sucedido, me sentía como si le estuviese dando la espalda a los que son como yo,humanos,yo sabía quienes eran los responsables de tantas muertas ocurridas recientemente, yo podría parar toda esta locura si desvelara quienes son, pero aquello sería como traicionar a mi propio corazón.
Sabía de que lado estaba, pero por otra parte estaba Brandom, él no era como los demás y debía mantener su gran secreto.
Un silbido insoportable captaron mis oidos, era la señal de que el ferrocarríl se estaba acercando al andén, una vez que se detuvo tomé aire llenando por completo mis pulmones y subí las escaleras para dirigirme hacia uno de los vagones.
-Brandom.-Me dije a mi misma una y otra vez.
Siempre desaparecía en el mejor momento, y siempre volvia aparecer cuando notaba que algo no iba bien,sonreí para mis adentros cuando recordé aquella primera vez que me tuvo en sus brazos, me sentía tan protegida, me sentía tan bien que solo deseaba volverle a ver lo deseaba con todas mis fuerzas,cada minuto que pasaba estaba convencida de que lo amaba con tal intensidad que seria capaz de hacer cualquier cosa por él, hasta dejar mi vida humana para seguirle al fin del mundo entre las sombras.
El viaje a Londres fué de lo más tranquilo comparado con el de Cambidge, cruzé la estación mirando a todo y a todos esperando encontrar un rostro de ensueño, un rostro angelical de ojos bañados en la dulce miel, al no encontrarlo mi rostro se entristeció y tuve que ponerme en camino hacia casa.
Al llegar a la plaza principal, donde se encontraba la vieja torre del reloj me detuve en una enorme fuente de piedra a beber un poco de agua, al limpiarme con la base de mi mano eché una rápida mirada a la parte baja de mis vestidos, la sangre que habia salpicado en el estaba reseca y no se notaba demasiado, ya que el color rojo de mi vestido lo disimulaba bastante,aún así lo mojé con un poco de agua y lo froté con fuerza intentando eliminar aquellas espantosas salpicaduras.
-¡Liz!-Gritó una voz femenina.-¿Liz eres tú?.-Preguntó haciendo que me girase.
-Hola Karisma.-Contesté con una amplia sonrisa.
-¿Qué haces,haciendo la colada en la fuente?.-Preguntó entre risas.
Solté mis vestidos y acto seguido pasé las manos por encima para secarme las manos.
Solté una pequeña risa nerviosa y negué con la cabeza.
-Oh, no no, es que...-Comenzé a decir.-Se me derramó un poco de sangría.-Contesté vovliendo sonreír nerviosamente.-¿Y tú que haces aquí?.-Pregunté intentando evitar más preguntas acerca de mi vestido.
-Fuí a visitar a un amigo,pero no se encontraba en casa.-Contestó con la mirada perdida.-¿Dónde has estado todo el día?.-Preguntó frunciendo el ceño.
-Pués,tuve que ir a Cambidge a darle un recado a mi tío.-Contesté.-¿Porqué lo preguntas?.-Dije.
-Por nada.-Sonrió.-¿Seguro que fuiste a Cambidge a visitar a tu tío o a encontarte con algún galán encantador?.-Preguntó con media sonrisa.
Me resultó sorprendente la mentalidad de Karisma, no había acertado pero se habia acercado bastante,le devolví la sonrisa.
-No sabes como me hubiese gustado que acertases Karisma, pero no fué así, sólo fuí a ver a mi tío Zack.-Contesté.
No me pareció una buena idea contarle nada respecto a ese día, era un asunto muy delicado y si ella ni nadie estuviese al tanto de ello mucho mejor para todos.
-Está bien, tengo que ime.-Dijo.-Nos vemos en otro momento Liz.-Se despidió dándome un cariñoso abrazo.
-Hasta pronto.-Dije.
Mis ojos siguieron a mi amiga hasta que se perdió delante de mí, nunca me había gustado mentir a nadie pero, ¿que otra opción tenía?, despues de ver todo lo que mis ojos presenciaron hoy, mi vida habia cambiado de alguna manera.
Unas nubes grisáceas oscurecían el cielo, no era muy tarde pero aquellas nubes cargadas de agua daban un aspecto oscuro a toda la ciudad, había quedado con Yuls si no regresaba tarde pero era mucho mejor que me quedase en casa ya que en cualquier momento la tormenta podría estallar.
La casita blanca se divisaba a lo lejos, habían encendido las luces puesto a la oscuridad del exterior, atravesé la verja de madera y la cerré detrás de mí, avanzé hasta el porche y mi madre abrió la puerta justo cuando me encontré frente a ella.
-Mamá, me has asustado.-Dije con una risa nerviosa.
Su rostro era de tristeza y no cambió al verme, comenzé a inquietarme y sus ojos se apartaron de los mios para darme la espalda.-Mamá,¿que ocurre?.-Pregunté nerviosamente.
-Elizabeth entra en casa.-Ordenó con una voz suave y calmada.
Atravesé la puerta y avanzé hasta el salón donde se encontraba mi padre hablando con dos señores de uniforme,al cruzar su mirada con la mía me hizo un gesto para que me sentase a su lado.
-¿Que pasa papá, dónde está Amelia?.-Pregunté angustiada.
-Tu hermana está bien cariño, pero no es de ella de la que tengo que hablarte.-Dijo volviendo su mirada aquellos dos hombres.
-¿Es...por lo del accidente del ferrocarril?.-Pregunté casi tartamudeando por el pánico.
Mi padre frunció el ceño y aquellos dos hombres se miraron el uno al otro antes de clavar los ojos en mí rostro.
-¿De qué estás hablando cariño, que accidente?-Preguntó mi madre tomando asiento a mi lado.
Había metido la pata, me había propuesto de que no se enterarian, almenos por mí misma, aún así seguia con esa ngustia que apenas me dejaba respirar.
-¿Usted viajaba en el ferrocarril que iba a Cambidge?.-Preguntó uno de los señores.
Asentí con la cabeza al mismo tiempo que me aclaré la garganta.
-¡Santo dios!,¿un accidente?.-Se alarmó mi madre.-¿Estás bien Liz?.-Preguntó angustiada mientras me miraba de arriba abajo.
-Estoy bien mamá, no te preocupes.-Intenté calmarla.
-Verá señor Jenzen, creemos que aquél accidente está relaccionado con lo que le a ocurrido a su hermano, hubo una matanza brutal, el ferocaril se encontro a unos ocho kilómetros de Cambidge, supongo que los asesinos se dirigieron hacia allí a continuar con su masacre.-Dijo aquél señor de bigote estirado.
Mi corazón dió un vuelco, mi garganta se quedó bloqueada y me costaba articular las palabras.
-¿El tío Zack está bien papá?.-Pregunté.
Hubo un largo silenció y la cálida mano de mi padre cubrió la mía con fuerza, en su rostro pude ver que algo no iba bien y podía saber de que se trataba.
-No, acaban de encontrarle en su casa de Cambidge.-Dijo muy afectado.-Ha muerto Liz.
Aquellas palabras me llegaron como un jarro de agua fría, aunque sabía por adelantado lo que iba a decir era como si me hubiese quedado paralizada al escucharlo de esa manera.
-¿Cómo...murió?.-Pregunté.
-Será mejor que no lo sepa joven, no es nada agradable.-Advirtió el acompañante de aquél señor.-Lamentamos mucho su pérdida señor Jenzen, le prometo que pronto daremos con el culpable, que pasen buena noche.-Se despidieron amablemente.
-Es terrible, todo esto es terrible.-Repitió mi madre una y otra vez.
-Liz, ¿seguro que estás bien?.-Preguntó mi padre acariciando mi hombro con cariño.
Asentí con la cabeza mientras me sumergia en mis pensamientos, no podía aver sido Brandom, tal vez otros vampíros que no tenían nada que ver con él, o almenos eso quería pensar.
-No ha sido él.-Contesté a mis pensamientos en voz alta.
-¿Qué has dicho Liz?.-Preguntó mi padre con el ceño fruncido.
Negué con la cabeza e intenté reparar aquella frase que acababa de decir en voz alta.
-No me encuentro muy bien, me voy a la cama.-Dije despidiendome de ambos con un beso.-Buenas noches.-Me despedí dando tumbos.
-¿Bajarás más tarde a cenar?.-Preguntó mi madre.
-Quizá más tarde.-Dije.-Por cieto,¿dónde está Amelia?.-Pregunté.
-Dormirá esta noche en casa de Jessica, ya está al tanto de todo, asi que pensé que sería mejor para ella que no estuviese por aqui escuchando cosas desagradables.-Contestó.
-Mejor así, buenas noches, os quiero.-Me despedí finalmente.
Subí las escaleras que conducían al piso superior, los pies parecian pesarme tremendamente era como si el peso de mi cuerpo se hubiera multiplicado, entré a mi habitación para coger ropa limpia y acto seguido me dirigí hacia el baño para relajarme un poco antes de intentar dormir.
LLené aquella bañera ovalada de agua casi hirviendo, me liberé de aquellas ropas y me sumergí en ella, mis hombros no estaban cubiertos lo cual me resultó relajante sentir un poco de frio en ellos, apoyé mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos intentando encontrar respuestas.
A los pocos minutos sentí como daba cabezadas, el sueño me estaba venciendo y me dejé llevar por unos instantes, entonces una mano tan fría como el hielo fué recorriendo mi cuello con sus dedos, poco a poco sacó mis brazos por fuera de la bañera y agarró mi mentón con suavidad.
-Liz...-Dijo su dulce voz.-Liz...-Repitió una y otra vez.
Mis ojos se abrieron lentamente hasta ver su rostro terriblemente bello, pero el color de la miel se había tornado a un oscuro vacio, su sonrisa se amplió dejando ver unos dientes afilados que antes no había visto, su pálida mano se cerró alrededor de mi cuello apretándolo con fuerza, intenté hablar pero no conseguí mover mis labios sólo un sonido agonizante provenia de lo más hondo de mi garganta.
Intenté luchar con mis brazos ante una fuerza poderosa, cerré mis párpados con fuerza mientras que chapoteaba dentro de la bañera derramando agua por todas partes, al abrir mis ojos Near se encontraba frente a mí, su pálida mano aferrada a mi cuello me empujaba hacia atrás obligándome a sumergir la cabeza.
Mi cuerpo no dejó de luchar en ningún momento, la sonrisa sarcástica de Near se podía escuchar en el fondo de la bañera, poco a poco sentí como el agua inundaba mis pulmones entonces comenzé a toser con fuerza.
Me desperté de golpe y me incorporé llevando una mano hasta mi garganta intentando calmarla, aquella pesadilla me hizo recordar a las que anteriormente habia tenido sobre Brandom, aún sin saber lo que era. Al salir de la pequeña bañera ovalada, me enrollé con una toalla y me dispuse a secarme a toda prisa, el dia denhoy había sido muy largo y solo me apetecía meterme en la cama.
Me puse un camisón que bajaba como una cascada hasta mis pies desnudos y acto seguido una fina bata, pasé el cepillo por mi cabellos para eliminar aquellos rebeldes nudos que se formaron mientras miraba mi reflejo en el espejo.
No tenía mucho mejor aspecto, tampoco era que esperase nada de esto y mucho menos con la pesadilla que acababa de tener, salí del baño para dirigirme a mi habitación, cerré la puerta detrás mi y eché una rápida mirada en la oscuridad.
La habitación estaba en penumbra, seguramente habria pasado mucho más tiempo en el baño de lo que pensaba porque ya había anochecido, la luz de la luna se colaba por mi ventana y le daba un aspecto tranquilizador, no sabía por qué pero ahora que estaba viendo la cama me moría de sueño.
Caminé hacia ella para sentarme y sentí las ganas de estirar mi cuerpo para prepararme pero un sonido suave me interrumpió, eché una rápida mirada hacia la ventana y podía ver como las hojas del árbol se balanceaban con el viento, supuse que las hojas rozaron el cristal y eso fué lo que me asustó.
Pasé una mano por el cuello cuando aparté la mirada y comenzé a moverlo en circular entonces otra vez ese sonido me hizo brincar de la cama, mantube una distancia prudente desde donde me encontraba, mis pies se movieron automaticamente hacia la ventana yo no se lo había ordenado pero allí estaba.
Algo impactó contra el cristal cosa que me asustó, mi curiosidad era tan grande que no pude evitar abrir la ventana y mirar hacia abajo, entonces me quedé con los labios despegados al verle allí con media sonrisa.
-Sé que es algo tarde pero...¿podemos hablar?.-Preguntó alzando sus cejas.
Me costó pronunciar las palabras con lo que asentí.
-¿Puedes subir?.-Susurré.
Me aparté un poco de la ventana y en cuestión de segundos estaba al otro lado con una respiración de lo más normal, como si estuviese acostumbrado hacer ese tipo de cosas.-No dejarás de sorprenderme Brandom.-Dije con verdadera admiración.-¿Quieres...pasar?.-Pregunté al verle en el otro lado apoyado nada más que con la punta de sus pies en un saliente que habia por fuera de aquella ventana.
-Estaba esperando que me invitases.-Dijo entrando al interior de mi habitación.
-¿Los vampíros no os autoinvitais?.-Pregunté intentando deshacer un nudo de mi mechón.
-Nunca, sólo podemos entrar cuando nos invitan.-Contestó forzando una sonrisa.
-Curioso...-Dije casi en un susurro.
Me fijé en las manos pálidas de Brandom, estaban cerradas en un puño y mantenía la distancia entre nosotros, entonces sus pasos avanzaron hacia a mí y me estrechó con suavidad entre sus brazos.
-Liz, lo siento mucho,todo esto es culpa mía.-Dijo estrechandome ahora con más fuerza.-Por favor no pienses que tuve que ver con la muerte de tu tío, no puedo soportar que desconfies de mí.-Dijo con un tono de voz ahogado.
-Sé que no has sido tú Brandom,perdóname si inconscientemente pienso en esas cosas, pero dime, ¿sabes porque fueron a por él?.-Dije pasando mis brazos alrededor de su cintura intentando vencer mi timidez.
-Fué Near.-Comenzó a decir.
Un escalofrío me recorrió por todo el cuerpo y Brandom comenzó a mecerme con suavidad.-De alguna manera, quiere que renuncies a mí y actua para que te des cuenta del peligro que corres a mi lado.-Dijo haciendo una pausa poco después.
-Te diré algo Liz.-Dijo mirándome directamente a los ojos.-Yo jamás te haría daño, y te aseguro que protegeré a tu familía sea como sea.-Me aseguró.
-¿Cómo?.-Pregunté enterrando mi rostro en su pecho.-Near podría acabar contigo, y eso es algo que jamás podría perdonarme.-Dije con un hilo de voz.
-Tal vez nosotros no estémos destinados a estar juntos por el simple echo de que somos dierentes.-Dije con lágrimas en los ojos.
-Escúchame Liz, mi inmortalidad es mía y sólo yo decido con quien quiero compartirla.-Dijo estrechándome en sus brazos.-Near no tiene derecho a entrometerse en lo que ya es un hecho, nos queremos, y eso nadie podrá cambiarlo.
Acarició mis cabellos con su pálida mano y me besó la frente con sumo cuidado, sonreí para mis adentros y consiguió calmar mi angustia, aunque ésta volvió aparecer cuando me vino a la mente la imágen de su padre.
Brandom clavó sus ojos en los mios y acto seguido limpió mis lágrimas con sus pulgares tan helados como el hielo.
-No te preocupes por eso Liz, no te preocupes por nada.-Dijo intentando acallar mi llanto ahogado.
Sé que no debía preocuparme a su lado, pero algo dentro de mí me inquietaba, era obvio que su familia no me quería ver a su lado y mucho menos que supiera lo que en realidad eran, pero me angustiaba pensar que mi salvador podría verse envuelto en problemas muy serios con su familia y me lo estaba ocultando para evitar que me preocupase.
-Te quiero Elizabeth.-Susurró mientras se acercaba a mi rostro ruborizado.
Mis labios temblorosos miraron los suyos con detenimiento, pude ver como se mordió el labio superior mientras se acercaba.
Sus pálidas y heladas manos acariciaron con suavidad mi rostro mientras que mis brazos se volvieron a cerrar alrededor de su cintura, podía escuchar el sonido de mi corazón que latía violentamente en la penumbra de mi habitación, por un momento hubiera deseado mandar sobre él cosa que me resultaba completamente imposible estando tan cerca de él.
-Brandom...-Susurré cuando estuve lo bastante cerca de sus labios.
-Shh...-Siseó.-Sentir tu aliento cálido es el mayor regalo que podrías darme, poder escuchar tus latidos cerca de mi pecho me hace sentir vivo.-Susurró acariciando con su pulgar la linea de mis labios.
Mis ojos se cerraron quedándome unicamente con la imagen de su rostro acercándose al mio lentamente, entonces sentí unos labios frios sobre los míos que me besaron con suavidad y ternura, su fresca piel acariciaron con dulzura mis mejillas encendidas, le devolví aquel intenso beso que tanto ansiaba y pude notar el amor que me transmitía.
Sus tiernos labios se despegaron de los mios y abrí lentamente los ojos concentrandome en ellos que sonreían, apoyó su fresca frente sobre la mía aún con los ojos cerrados y negba con la cabeza lentamente.
-Jamás habia sentido esto Liz.-Susurró sin borrar aquella hermosa sonrisa.
Me besó con ternura la punta de mi nariz mientras que sus pálidas manos se deslizaron por mis mejillas.
-Te quiero Brandom, te quiero más que a nada en este mundo.-Susurré acariciando esta vez su hermoso rostro.-Por favor, quédate conmigo esta noche,me sentiría más segura.-Le rogué.
-No es lo apropiado.-Sonrio entre dientes.-Pero prometo estar cerca,no te ocurrirá nada,puedes estar segura.-Me prometió volviendo a besar mis labios temblorosos.
Asentí con la cabeza y me tomó en brazos poco después para llevarme a la cama, me arropó con las sábanas y besó mi frente con ternura, se dirigió a la ventana y echó una rápida mirada hacia mi dirección.-Descansa, nos veremos pronto Liz.-Se despidió.
En un abrir y cerrar de ojos había saltado al vacío desapareciendo de la habitación, me sentí aliviada al pensar que estaría cerca de mí aunque no lo pudiese ver, me encogí bajo las sábanas e intenté calmar los latidos de mi corazón, estaba confusa y aturdida por todo lo sucecido, ahora necesitaba estar fuerte para Brandom, necesitaba estar fuerte por mi família y enfrentar lo que seguramente pronto nos vendría encima.
El recuerdo de mi tío Zack hizo que rompiera a llorar, seguramente mi padre estaría destrozado por su muerte pero se mostraba entero en mi presencia, aquella imagen me apenaba, y de alguna manera me hizo sentir culpable, tal vez si hubiese permitido que me acompañase hasta la estación o regresar a Londres con él un poco más tarde...
Negué con la cabeza y limpié aquellas lagrimas que cayeron sin cesar por mi rostro, nada de lo que pensara ahora iba a devolver mi tio Zack, me concentré esta vez en lo había pensado, necesitaba estar fuerte para todos, ya había decidido que mi vida estaría al lado de Brandom, y que por ello podría morir y poner en peligro a las personas que amaba pero como bien dijo Brandom, jamás lo permitiría y aquellas palabras eran las únicas que me consolaron hasta que por fín pude quedarme dormida.